Hay esperas que terminan todo el tiempo sólo para dar paso a otras nuevas. Me parece extraño especialmente conocer nueva gente, me parece extraño, porque la gente que conocemos casi siempre luego perderemos el contacto, siempre cada saludo promete una despedida. Me imagino viviendo lejos de toda esta gente que ahora están cerca a mí. Me imagino diálogos fugaces por teléfono, promesas de verse pronto en alguna parte. Me imagino perdiendo frecuencia de mails, perdiendo frecuencia poco a poco. Es como un cernimiento de amistades. Recuerdo un montón de personas fantásticas en Cochabamba con las que, sin embargo, no guardaba mucho contacto, más que encuentros en la calle, o a veces, apresuradas llamadas telefónicas de aniversarios. Y abrazos, siempre abrazos porque el afecto exagerado es siempre el mejor.
Montpellier me ofrece muchos rostros que ahora se me hacen familiares, me parece una locura y un capricho cruel que casi todos caerán en olvido y tampoco creo que eso está mal. Así son las cosas, así se ordena el universo.
Pasé un fantástico fin de semana con amigos que llegaron del interior de Francia: Lucie de Grenoble y Ada de Burdeos. Espero volver a estas dos queridas amigas con las que me despedí con tristeza luego de 48 horas de alegría, de fiesta, de baile, de sueño, de pizza y de Les Luthiers.
A todos los que andan lejos y que ahora son mis contactos lejanos, no se preocupen que siempre la despedida también es la promesa del reencuentro, muchas veces es ficticia, pero el reencuentro parece siempre un poco lejano por que es irreal, pero da mucha alegría pensar en él. Abrazos