12 août 2006
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18:35
Cada día voy y vuelvo a pie a mi trabajo. Normalmente tardo treinta y cinco minutos en ir y 40 en volver. Sin embargo hay días que he hecho esfuerzo por ir muy rápido, sin correr, pero caminando lo más rápido que puedo (lo suficiente como para llegar con la frente húmeda a mi destino) y he hecho veinticino minutos. He descubierto y descubro demasiadas cosas cada día en la caminata diaria (yo le llamo el paseo de media hora). Este paseo me permite crusarme con personas que normalmente no me crusaría si tomara el autobus todos los días, charlas, abrazos, porque es incómod abrazarse cuando vas sentado o colgado den el micro. Ayer, por ejemplo, he cruzado con mi profesor de educación física del colegio, y ahí hubo abrazo y un poco de desconcierto de su parte. En la noche tomo un camino un poco más largo, y paso por los cafés, más abrazos, y alguna vez un vaso de té helado de Casablanca, algunos gringuitos con mapa ubicándose dónde andan, o un matesito de coca y cacho en el Cocafé. Caminata por el prado: Heladería Dumbo, llena de colores, Brazilian Coffee, lindo y fashion, Café Buenos Aires, pinta de caro, y justo a lado el Restaurant Kantuta, lleno de borrachitos abrazados a la Rockola (juke-box) y cantando cumbias románticas, o rancheras tristonas, algún grito de alguna grande. A veces encuentro basuras en el piso y nada, he decidido no hacerme al loco y con cierto asquete las alzo y boto cuando encuentro un basurero, a veces tardo mucho en encontrarlo, no alzo todas las basuras, es imposible, pero las más evidentes. Camino al trabajo el otro día he parado en la Iglesia del Hospicio, entrevista con el padre debido al próximo matrimonio de mi amigo y hermano Pablo Alfonso Luján Ascarrunz; Cura un poco sorprendido "¿Pero usted es mayor de edad para ser testigo?" ha sido el comenzado el ataque "26 años", respuesta. Datos sobre si alguien los obliga a casarse y yo respondo que los obligaría a no casarse pero parece que se quieren. Hoy caminata extra al sastre para tomarme medidas de un traje que espero salga elegante para dicho matrimonio, y es que uno tiene que estar como debe de ser ante semejante evento, caundo se casa un hermano y amigo. A la vuelta del sastre, un auto que bocinea y una nariz inmensa de un amigo que muchos años no he visto y el saluda y su madre sentada por alguna razón en el asiento de atrás también saluda sin querer ser cómplice y llevada por el azar a saludar a ese desconocido que camina y al cual su hijo grita. Nuevas ideas aportadas por mi abuela, datos históricos de la post guerra, palabaras que ya no se usan pero suenan muy bien. "Yo nací de pies" una imagen fuertísima de principios del siglo pasado. Ojalá podamos organizar algo con tangos que tanto le gustan, en un par de meses cumplirá 90 años mi madre grande.
Una imagen super fuerte es la que tengo cuando paso por el puente Cala Cala y las librecambistas me muestran fajos de dinero, generalmente de a 200 bolivianos, pero lo ofrecen de lejos como si quisieran regalarte el dinero, y uno dice, ya es´ta, es realmente un mundo paralelo este, la gente anda regalando plata, pero no, quieren cambiaro, es su negocio, y tienen sus carteras colgadas de los árboles, y la oficina instalada en el puente. En cada caminata hay algún automóvil que amenza seriamente con pisarme, la ley del caminante en Cochabamba, es fijate por donde caminas que no importan las cebras para cruzar ni los semáforos en rojo, es la selva, y no hay leyes, o tal vez hay pero nos cagamos en ellas, así es más divertido. Al pasar por el prado hoy un padre tomaba fotos a sus hijos muy pequeños, de 6 a 8 años calculé, que vestían elegantes traje de primera comunión supuse. El padre se acomodaba y trataba de tomar un linda foto y los niños parados sobre el pasto; la niña no pude resistir la espera y se dejó caer sobre la hierba antes de tomada la foto y con deboción se entregó a reir, mientras el padre la observaba con impaciencia pero también con complicidad, yo también me reí.
Volví a casa marqué un número de teléfono y puse Calamaro en mi aparato de música, pista número 3 de "El Cantante". Hace bien compartir la música. Río mucho estos días, quizás porque se me hace fácil, leo "Sálvese quien pueda" de Jorge Ibargüengoitia.
Una imagen super fuerte es la que tengo cuando paso por el puente Cala Cala y las librecambistas me muestran fajos de dinero, generalmente de a 200 bolivianos, pero lo ofrecen de lejos como si quisieran regalarte el dinero, y uno dice, ya es´ta, es realmente un mundo paralelo este, la gente anda regalando plata, pero no, quieren cambiaro, es su negocio, y tienen sus carteras colgadas de los árboles, y la oficina instalada en el puente. En cada caminata hay algún automóvil que amenza seriamente con pisarme, la ley del caminante en Cochabamba, es fijate por donde caminas que no importan las cebras para cruzar ni los semáforos en rojo, es la selva, y no hay leyes, o tal vez hay pero nos cagamos en ellas, así es más divertido. Al pasar por el prado hoy un padre tomaba fotos a sus hijos muy pequeños, de 6 a 8 años calculé, que vestían elegantes traje de primera comunión supuse. El padre se acomodaba y trataba de tomar un linda foto y los niños parados sobre el pasto; la niña no pude resistir la espera y se dejó caer sobre la hierba antes de tomada la foto y con deboción se entregó a reir, mientras el padre la observaba con impaciencia pero también con complicidad, yo también me reí.
Volví a casa marqué un número de teléfono y puse Calamaro en mi aparato de música, pista número 3 de "El Cantante". Hace bien compartir la música. Río mucho estos días, quizás porque se me hace fácil, leo "Sálvese quien pueda" de Jorge Ibargüengoitia.