Pero lo que me cuesta salir en Cocha es de los círculos a los que uno pertenece. Cada vez me asfixia más la sensación de no poder circular más. Hay personas a las que quisiera hablar pero tengo miedo a molestar, a decepcionarme de ellas. No siempre uno es lo que quiere ser. Me gustan los perfectos desconocidos, o los disfrazados. Pero son ilusiones. Aunque finalmente ¿qué cosa no es una ilusión?
Tengo unas ganas enormes de viajar a todos lados. Cada vez más atroz el avasallamiento al derecho del hombre a vivir donde quiera. No es fácil. Uno vive donde debe, no donde quiere. Yo quiero circular y circular y no es nada fácil. Pertenezco a muchas personas, me pertenecen muchas personas, quiero pertenecer a más, quiero alimentarme de más. Un vampiro, pero también dar, entregarme. Me asusta la quietud, las oficinas cerradas, las excusas para sentirse útil, la falta de literatura, mi limitación de lenguaje, mi falta de abrazos, y eso que abrazo tanto. Necesito estar.
Estoy otra vez enfermo, al parecer el calor. En Bolivia me enfermo con más facilidad no sé por qué, mi cuerpo está más frágil y eso que como más y supuestamente mejor. No sé, debe ser el estatismo. Vemos pues. Ya comienzo a planificar el pequeño tour por Bolivia que haremos en diciembre. También proyecto un viaje en barco, si no consigo plata, la cosa está llegar hasta San Pablo y he ahí embarcarme, no sé por cuanto tiempo, esto sería en Julio, Agosto del próximo año si todos mis planes fracasan y la princesa no llega a Cochabamba.
La foto con mi amiga de la Universidad, La Vale Ponce. Ahora abnegada trabajadora en Bolivia.